Ocean One, el robot buceador que coopera con la arqueología submarina.
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El desarrollo de robots para reemplazar a humanos en ciertos trabajos o evitarles el problema de arriesgar sus vidas en acciones difíciles es clave en el avance tecnológico. Robots para operaciones de rescate, para extracción de minerales, para transportar maquinarias, para instalar sistemas, para desactivar bombas, para atender a clientes en los restaurantes, etc. Los hay para todo, e incluso se planea en un futuro cercano hacer robots para asistir sexualmente a las personas, pero hoy hablaremos de uno creado para la investigación de ruinas arqueológicas sumergidas.
El pequeño robot fue bautizado como Ocean One y fue desarrollado por expertos en robótica de la universidad de Stanford. Aunque fue creado en Estados Unidos, su presentación se realizó en Marsella (Francia) pues ahí serían sus primeras aportaciones en lo que respecta a monumentos y edificaciones sumergidas. Resulta que este terreno de la arqueología está muy poco profundizado a diferencia del exterior, donde obviamente hay más facilidades para la investigación y la exploración.
Lo más curioso del robot es que tiene forma humanoide, su aspecto se parece más o menos al de un Transformer y está hecho para que pueda bucear de manera similar a como lo haría un humano. Su naturaleza artificial le permite acceder a profundidades donde un cuerpo orgánico no soporta la presión o donde la fauna puede ser peligrosa, todo ello sin la preocupación adicional que supone el tiempo y el suministro de oxígeno, entre otros riesgos a la que una vida humana se expone.
Ocean One dispone en sus manos de un sistema que advierte a la planta operadora apenas toca algo de interés. Esa tecnología tiene por nombre háptica y es demasiado curiosa porque quien la usa puede literalmente sentir el contacto físico efectuado sobre un objeto que no es su cuerpo, permitiendo distinguir también las texturas y formas. Este avance no solo está presente en el robot, sino que es fundamental en el desarrollo de la tan voceada realidad virtual.
Su presentación en Marsella superó las expectativas porque se aprovechó para exhibir su hallazgo al cooperar con la exploración del buque hundido La Lune. Lo que encontró fue una pieza de cerámica del siglo XVII, siendo esta la primera operación del prontamente querido Ocean One, el pequeño robot buceador de visión estereoscópica, metro y medio de largo y más de 180 kilos. Su capacidad para soportar la presión supera con creces los mil metros de profundidad y esperamos que siga ayudando a la humanidad a descubrir los secretos que se esconden en las aguas.
Cabe resaltar que La Lune, el buque de Luis XIV donde Ocean One realizó su primera misión, lleva hundido en Toulon desde 1664 y nadie se había osado a perturbarlo, en especial por falta de medios tecnológicos suficientes.
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